"En la lucha contra la realidad, el hombre tiene solo un arma: la imaginación."
Último capitulo de CDS: Ciudad de  sombras.






Capitulo 6-Luchando contra la sombra

El pasillo estaba oscuro, solo la luz azulada de las armas de los Nefilims permitían andar sin tropezara los tres miembros del G.1. Ionu, el jefe del escuadrón, iba el primero de todos. En una mano mantenía en tensión su cuchillo Seraphin y en la otra mano, manteniendola alzada y estirada, una pequeña piedra brillaba fugazmente.

-¿Que ha sido eso?-pregunto susurrando Randy
-Yo no he oído nada, no te imagines cosas.- le respondió Sare, ligeramente nerviosa.
-Callaos ya, chicos. Si el sensor no suena es que no hay demonios y punto.- dijo secamente Ionu.
- Tienes razón...- susurro Randy dándole la razón
-¡Yo también lo he escuchado!-les dijo Sare parándose en seco- era como un goteo y el arrastrar de algo...algo como viscoso.
-Pero esto no pita, debe ser otra cosa, el viento, al madera esas cosas ya sabéis.-les tranquilizó Ionu
Un par de pisadas se escucharon al final del pasillo, los nefilims tomaron posiciones. Ionu lanzó rodando su piedra de luz mágica por el suelo hasta que chocó contra la pared iluminando la esquina. Un siseo, los sacó de su inactividad, poco a poco una suave niebla les rodeó, Randy empezó a gritar, soltó los cuchillos seraphin y se llevó las dos manos a la cabeza mientras caía de rodillas. Tras un último grito desgarrador, cayó inerte al suelo con un golpe seco. Los dos restantes nefilims juntaron sus espaldas preparados para lo que pudiera venir. 
-¡Quítamelo! ¡Quítamelo!-gritó Sare- ¡ah!
-¿Lo qué? si no tienes nada- Le preguntó extrañado. 
Con un grito sordo cayó de espaldas mezclándose con la niebla.
-Mierda...
El último de los Nefilims miraba hacia todos los lados, escuchó de fondo un suave gruñido, un gran hocico salía desde una de las esquinas. Cuando salió del todo, se podía observar a un gran lobo negro. Ionu se lanzó hacia él, cuchillo en vilo. Se escuchó un golpe sordo, y la niebla se deshizo, Ionu respiraba fuertemente, tosió escupiendo sangre. La niebla volvió y el valiente Nefilim se retorció entre dolorosos gritos, cayó al suelo mientras la luz mágica de su piedra se extinguía.

***

El pasillo se iluminó con la suave luz azul de los cuchillos Seraphin de los siete Nephilims. Liumpa, el octavo miembro, iba entre los tensos miembros del grupo. Los tres guardaespaldas de El Inquisidor se colocaron dos delante de este, y uno detrás de todos. Carsil y Junli iban detrás de Liumpa, y el jefe delante, al lado de El Inquisidor. Avanzaban por los pasillos atentos a cualquier movimiento, de pronto el sensor de un de los guardaespaldas empezó a pitar suavemente. Todos, menos Liumpa que casi se chocó con Junli, se pararon en seco. Todos los Nefilims sabían que hacer. Todos estaban preparados para interceptar a cualquier demonio o cosa que intentara acercarse al grupo. Un ligero gruñido se escuchó, y después un sonido de succión. No se veía a más de tres pasos de donde estaban los Nefilims. El guardaespaldas del Inquisidor que cerraba la marcha vio moverse una sombra la cual él cría que era parte de la pared, pero antes de gritar para avisar a los demás la sombra se abalanzó hacia él. La repelió con un rápido movimiento de mano, clavó su cuchillo Seraphín por debajo de las costillas de un demonio de color verde muy oscuro, parecido a un murciélago, y lo empujó hacia atrás, haciendo que se chocase contra la pared y desapareciese en una nube de polvo. Cuando desapareció, miró fijamente a "El Inquisidor".

-Confirmada la llegada de demonios, señor- le dijo con cierto tono sarcástico.
-Tenemos que llegar rápido a la puerta, informa al G.1-le respondió El Inquisidor.
-Si, señor.
-Tranquila, con nosotros estás segura.-Le dijo Carsil a Liumpa para tranquilizarla.
-e..a... Lo se..-consiguió articular asustada.
-G.P. llamando a G.1, responda...-pasaban los segundos.-No responden -le dijo a El Inquisidor
- Probablemente estén muertos -era sorprendente la frialdad con la que lo decía.-es mejor que vayamos por la entrada principal, si ya no tenemos que encontrarlos… es el camino más corto.

Nada más terminar esa frase, todos los radares empezaron a pitar. Unos gruñidos acompañados del sonido de patas al rozar con el suelo demostraron la eficacia de los estos. Dos demonios con forma de perro saltaron sobre el guardaespaldas y la Comandante, que abrían la formación. El primero de los dos se zafó rápidamente de el y le clavó su cuchillo en las costillas, pero el segundo miraba su radar cuando le saltó encima. El demonio le tiró al suelo, rodando sobre si mismos llegaron a la pared, donde se chocaron soltándose. El demonio-perro se incorporó rápidamente y fue directo hacia el brazo de la Comandate pero con un movimiento seco, Carsil, lanzó su cuchillo clavándolo en el cuello del demonio que desapareció en una nube negra. 
-Gracias...-susurró agradecida
-De nada -le respondió 
Antes de que el Inquisidor volviese a preguntar por el G.1. los radares volvieron a pitar con más fuerza. Tres demonios Drevak aparecieron detrás del grupo. El Inquisidor, que cerraba la marcha, fue asaltado por dos de ellos. Consiguió lanzar a uno hacia una de las paredes, pero el otro le salto al brazo y le clavó sus largas espinas venenosas en el brazo. 
Un grito y un movimiento después, el demonio Drevak estaba volviendo a su dimensión de origen. Pero aún quedaba el tercero, que se acercaba al segundo círculo de protección creado por Carsil y Junli. Este último saltó hacia él pero el demonio paso por debajo, saltando hacia Liumpa. Ella, se protegió la cara entre los brazos mientras el infeliz demonio moría calcinado por un rayo de luz roja que salió directamente de debajo de la camiseta de Liumpa, donde dejó un agujero a la altura del cuello. Miró sorprendida el colgante que a los diez años le había regalado Carsil y, que se veía a través del agujero dejado por el rayo. 
-¡Funciona! Menos mal...-gritó Carsil acercándose a Liumpa.
-No hay tiempo para alegrarse, debemos llegar a la puerta cuanto antes. Y de ese colgante hablaremos después, está prohibido usar runas en mundanos.-les advirtió el Inquisidor.-Y probablemente sea muy poco fiable es imposible que funcione bien siempre, deberías quitártelo y dármelo.-Dijo el Inquisidor alargando la mano.
-No, creo que me lo quedaré. Si es de uso único ya no tiene ningún peligro.-le respondió agarrando el colgante en actitud protectora.
-Eso es imposible, los mundanos no podéis tener ese tipo de objetos.- insistió el Inquisidor
<Inquisidor, ¿ No tenía prisa?>- Se inmiscuyó el Hermano Silencioso. Carsil le dio las gracias mentalmente, por el mismo medio por el que se comunicaban ellos.
-Si, es cierto. Vámonos ya. –reconoció el Inquisidor
Siguieron avanzando mientras Liumpa interrogaba a Carsil sobre su colgante.
-¿Qué ha pasado?
-Tu colgante te ha protegido-le susurró Carsil.
-Si, eso ya lo he visto ¿Pero como?
-Es un colgante de protección.
-¿Suelen llevarlos los Cazadores de sombras?
-No, la verdad es que hay muy pocos, casi ninguno.
-¡¿Y me lo regalaste?! ¡Muchas gracias!
-¿Y no se gasta?
-Si, tarde o temprano su fuerza se acabará y empezará a utilizar la tuya, por eso es peligroso para los Nephilims, siempre estamos en peligro y nos quedaríamos sin energía si la batalla se alargase. Pero tranquila sin usarlo se recarga constantemente y sin utilizarlo durante cinco años tendrá reservas de sobra.
Ya estaban cerca de la puerta, cuando la Comandante empezó a gritar, mientras se agarraba el brazo y caía de rodillas al suelo.
-¡No! ¡No! ¡Mi brazo! ¡Socorro! ¡Me está absorbiendo!
-¿Qué? Pero si no tienes nada.-respondió anonadado el guardaespaldas
<Déjame pasar>-dijo el jefe de Los hermanos silenciosos
El Jefe de los Hermano Silenciosos fue lentamente hacia el guardaespaldas postrado en el suelo mientras el Nefilim se apartaba. Puso sus blancas manos encima de su cabeza mientras unas pocas de sus runas empezaban a brillar ligeramente. El guardaespaldas gritó y se deslizó fuera de su alcance.<Sujetadle>.Apto seguido Junli y la Comandante le sujetaron por los hombros mientras seguía gritando e intentaba soltarse. El Hermano repitió la operación, puso las manos en su cabeza y se quedó rígido mientras algunas de sus runas brillaban ligeramente. Su capucha tapaba enteramente su cara. El tiempo pasaba, el silencio solo era roto por los balbuceos del infeliz guardaespaldas. De repente, el guardaespaldas, dejó de balbucear y el Hermano Silencioso se separó de él.
<En marcha>-ordenó el Hermano
El Néphilim se levantó y empezó ha preguntar que había pasado a su compañero pero el Hermano le interrumpió pidiendo silencio.
<Es mejor que vayamos en silencio>
-¿Desde cuando das tú las órdenes?- se quejó el Inquisidor
<Desde que nos enfrentamos a un Demonio Mayor. Este ya no es tu terreno, Inquisidor>- le respondió
-¿Era eso lo que le pasaba? ¿Un Demonio Mayor? ¡¿Y donde está?!- preguntó girando en la mano una de sus armas.
<Fuera de tu alcance. Cuando sale de su dimensión y viene a la nuestra es uno de los pocos que no lo hace corporalmente sino psíquicamente. Se mete en la cabeza de las personas, se alimenta de sus mayores temores. He conseguido ahuyentarlo. Debemos irnos.>-les informó mientras se ajustaba la capucha
-Ya queda poco, por suerte.-dijo Carsil para tranquilizar a Liumpa
Bajaron por unas escaleras y giraron en un par de pasillos. La puerta estaba enfrente del grupo. La Comandante vio caer de rodillas con un grito sordo al guardaespaldas. El Hermano giró sorprendentemente rápido poniendo sus dos manos sobre la cabeza del guardaespaldas.
<Demasiado tarde>-dijo dejándole caer.
La Comandante cayó de igual forma al suelo pero sin embargo esta balbuceaba, cosa que indicó al Hermano silencioso que podría salvarla
-¿Pero que les pasa?-pregunto Liumpa alarmada.
<Es un Demonio Mayor, es incorpóreo, ataca metiéndose en tu mente, y convirtiéndose en tu mayor pesadilla. He sido entrenado duramente para este tipo de casos- les explicó mientras tranquilizaba a la Comandante- Yo lo venceré.> 
-¿Tu?- preguntó sarcásticamente el Inquisidor
<Poneros detrás mío.-les dijo ignorando al Inquisidor.- Crearé una protección para que no pueda meterse en vuestra mente. Primero me meteré en vuestra cabeza, notareis una ligera presión y me oiréis hablaros. Relajaros.>
El Hermano se puso de rodillas y extendió los brazos, mientras todos, incluso el Inquisidor, se ponian de rodillas. Liumpa notó una ligera presión en la nuca, sus pensamientos se abrieron a los del Hermano y acto seguido apoyó las manos en el suelo para parar su caída. Algo estaba intentando entrar en su mente, y no era el Hermano Silencioso, de eso estaba segura ya que oía al Hermano gritar: <¡Atrás!¡No puedes pasar! Vuelve a tu dimensión, yo les protejo>. Liumpa abrió los ojos, hasta ahora no se había dado cuenta de que los tenía cerrados, y miró a su alrededor. Estaba todo oscuro. A lo lejos veía una luz que se acercaba rápidamente, en un momento estuvo frente a ella. A través de una especie de ventana podía observar a El Hermano Silencioso. Estaba rodeado de una niebla oscura que se mezclaba con el fondo, se encontraba en actitud defensiva, orando. De repente una sombra se materializó detrás de él. Liumpa gritó, chilló y bramó pero el Néfilim no la escuchaba. La sombra se volvió corpórea exactamente a sus espaldas, y justo, cuando una descomunal garra se acercaba a su cabeza se dio la vuelta y le golpeó con la palma abierta, en su recién formada cabeza, con gran fuerza, cosa que le hizo retroceder lo suficiente como para dar tiempo al Hermano a sacra su arma de entre las ropas. El demonio poco a poco aumentaba de tamaño. El Hermano bajó su capucha. Liumpa pudo ver sus cicatrices, sus labios cosidos y sus cuencas vacías. Sus ojos no existían solo había sombra. El Néfilim salto hacia atrás empuñando la guadaña con la que, con un rápido golpe, le cortó la cabeza. Mientras su grande cabeza caía al suelo el hermano habló a Liumpa.
<No tengas miedo, esto es solo una pesadilla un poco más real> Acto seguido le agarro las sienes con delicadeza.<Despierta>
-¡Estoy despierta!- le gritó con extrañeza.
<No, no lo estás. Eso es lo que a ti te parece, pero en realidad esto es solo una…> un balbuceo ocultó sus palabras. Una gran garra salía de su estómago
-Bajassste la guaaardia. Neeefilim.- gruñeron dos voces de ultratumba detrás de él. La antigua cabeza había sido sustituida por dos exactamente iguales. Sin mediar palabra con el demonio de dos cabezas, el hermano enarboló su guadaña y le cortó el brazo liberándose y sin soltar a Liumpa, le gritó <¡Despierta!> La visión de Liumpa empezó a emborronarse lo suficientemente despacio como para onservar como el Hermano lograba zafarse del demonio y acariciaba su guadaña prendiéndola en fuego. El demonio volvió aponerse a su altura y lanzó a una de sus cabezas contra él pero el Nefilim rápidamente hizo girar su guadaña volviendo a cortar el cuello de la criatura y quemando la piel a su paso, lo que hacía imposible la duplicación de la cabeza del demonio. Por desgracia, el Hermano no fue lo suficiente rápido como para esquivar la segunda cabeza del demonio, esta le mordió el cuello. Este, utilizando la poca fuerza que le quedaba, clavó, gritando, su guadaña ardiendo en las entrañas del demonio. Un grito del inframundo se unió al del hermano. Liumpa consiguió despertar.
-¡Liumpa! ¿Estás bien?-Preguntó Junli
- ¿Pero como va a estar bien? ¡Si le ha atacado un Demonio Mayor!-le respondió Cársil.
-Yo estoy perfectamente. ¿Y el Nefilim de la capucha? Estoy viva gracias a él.
-El Hermano Silencioso está…está muerto…Murió justo cuando despertaste.- Le informó el Jefe- Lo siento. ¿Qué ha pasado con el Demonio?
-Está muerto, lo mató el Hermano. ¿No se suponía que él nos protegía?
-Si, pero por desgracia el Demonio adivinó lo que pretendía hacer y se coló por sus defensas antes de terminar el ritual.- le explicó el Jefe- Nos lo dijo antes de protegernos, se metió en tu mente porque te protegió la primera.
-No hay tiempo para explicaciones, cuando antes nos vayamos mejor.-les reprendió el inquisidor
-¡Espérate! Liumpa tiene que recuperarse del ataque.- Dijo el Jefe de forma tajante, sorprendiendo a Liumpa.
-No, tiene razón. Además puedo seguir. Puedes explicármelo por el camino.
El Jefe un poco molesto asintió, se volvieron a poner en formación. Mientras, guardaespaldas cargaba con el cuerpo sin vida del Hermano Silencio y Carsil y Junli ayudaban a la Comandante a ponerse en pié. Liumpa susurro un “gracias” al Jefe cuando paso delante suyo, lo que le hizo suavizar la expresión. Siguieron el pasillo, al final de este se encontraba la puerta. Al atravesarla pudieron respirar tranquilos. A la puerta les esperaba el carruaje del Hermano Silencioso

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